Mientras avanza el debate sobre los cambios al reglamento de construcción en Monterrey, una aclaración crucial llegó desde la propia administración municipal: la legalidad y el respeto ambiental no están en discusión. Ante rumores que sugerían una posible relajación de los requisitos para iniciar nuevas obras, las autoridades locales reafirmaron que los permisos ambientales y municipales continúan siendo indispensables para cualquier tipo de desarrollo urbano.
Esta precisión fue hecha por el secretario de Desarrollo Urbano Sostenible, Fernando Gutiérrez Moreno, quien subrayó que el gobierno municipal no pretende eliminar trámites esenciales, sino reducir los tiempos de espera sin sacrificar el cumplimiento normativo.
Eficiencia sin omitir requisitos
Los recientes ajustes al reglamento de construcción tienen como objetivo principal resolver el cuello de botella que representa la tramitación secuencial de permisos. Hasta ahora, los desarrolladores debían esperar hasta obtener una resolución estatal sobre el impacto ambiental para después iniciar los trámites municipales. Con el nuevo esquema, ambos procesos podrán llevarse a cabo en paralelo.
Este cambio representa un avance operativo que no debe confundirse con una disminución en las exigencias. El estudio de impacto ambiental —conocido como MIA— sigue siendo un filtro obligatorio, y ninguna obra puede arrancar sin haber cumplido esta etapa crítica. La agilidad, afirman las autoridades, no implica omisión.
Desinformación y versiones erróneas
La administración local fue enfática al señalar que parte del desconcierto social proviene de una interpretación errónea o incluso intencionalmente distorsionada de las reformas. Desde redes sociales hasta ciertos espacios informativos, se propagó la idea de que Monterrey permitiría construcciones sin estudios ambientales.
“No se dejen engañar”, advirtió el secretario Gutiérrez, al referirse a este tipo de contenidos. “Nada ha cambiado en cuanto a las exigencias ambientales. El cumplimiento de la ley es obligatorio, no negociable”.
Este posicionamiento busca no solo aclarar la situación actual, sino también dar un mensaje institucional: las decisiones sobre urbanismo y desarrollo no se están tomando al margen de la ley ni a espaldas de la ciudadanía.
Participación ciudadana, pieza clave
Uno de los elementos que la administración de Monterrey ha querido subrayar es que la consulta pública sobre estas reformas sigue abierta, y que la participación vecinal es una herramienta valiosa para afinar los reglamentos.
A lo largo de este proceso, distintas organizaciones vecinales y colectivos ciudadanos han manifestado inquietudes sobre posibles afectaciones al entorno natural y urbano. Ante esto, el Gobierno municipal respondió con apertura, reiterando su compromiso con un modelo de desarrollo que no excluya la voz ciudadana.
Además, se ha garantizado que ninguna autorización de obra será discrecional, sino que todas deberán estar respaldadas por estudios técnicos, dictámenes oficiales y la documentación requerida.
Protección ambiental como eje rector
Quizá el mensaje más contundente por parte del municipio fue este: no hay desarrollo urbano válido si se hace a costa del medio ambiente. El reglamento actualizado mantiene intacta la exigencia de presentar y aprobar una MIA, sin la cual ninguna obra podrá iniciar.
Esto incluye la evaluación de emisiones, residuos, uso del agua, impacto sobre el subsuelo, y posibles efectos en la biodiversidad urbana. Incluso se contempla reforzar los procesos de inspección y sanción para evitar que haya construcciones que operen al margen de la ley.
El objetivo declarado es claro: consolidar una visión de ciudad que combine dinamismo económico con responsabilidad ecológica, donde los permisos no solo sean trámites, sino garantías de que se cumple con la ley y se protege el entorno.